Observando el cielo azul, un chico caminaba. Quedaba mucho camino para llegar a su casa, pero no quería volver, y tampoco podía escapar, y, cuanto más tiempo pasaba, mas retraido y hostil se tornaba. Era fuerte, pero vulnerable. No tenía amigos, pero tampoco le importaba.
Con el paso del aire, sus cabellos dorados se agitaban levemente. Casi llegando a su casa, el olor de la cena le llegó pronto, y supo que era arroz. Desde siempre había tenido muy buen olfato, cosa que, especialmente a su padre, le molestaba.
Abrió la puerta de su casa. Estaba asustado, pues, igual que podía distinguir los olores, también sabía cuando su padre estaba enfadado, sin siquiera mirarle o escucharle. Su cuerpo se lo decía. Habló, y su voz, siempre monótona, sono muy despacio.
??:Ya estoy en casa madre
Madre: Takumi, ve a bañarte.
Obedeció sin más. Algo dentro le dijo que, tras la puerta de su habitación, estaba su padre. Por mucho que no lo demostrase, Takumi sentía mucho miedo hacia su padre. No entró, y se fue directamente al baño, pero, como si el destino estubiese en su contra, su padre salió de la habitación. Como había pensado, estaba borracho. Takumi permaneció serio.
Padre: Llegas tarde.
Takumi: Eso no es verdad, y lo sabes.
Padre: Deja de hacerte el listo conmigo -y su padre le pegó-. Ve a bañarte.
Takumi estaba harto. Quería mucho a su madre, pero odiaba y temía a su padre. Se fue a bañar, pero, Takumi, se marchó por la ventana. Nunca más lo volverían a ver.
Continuara...